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Imaginería Motora en el tratamiento del dolor

¿Qué es la imaginería motora?

La  imaginería motora (IM) es una herramienta fundamental en mi día a día en el tratamiento del dolor con mis pacientes tras una lesión y/o de forma persistente.

La imaginería motora se puede definir como el un estado mental dinámico durante el cual se representa una tarea motora, sin que se produzca la misma (referencia artículo).

Esta herramienta se lleva utilizando desde hace más de un siglo por neurofisiólogos y psicólogos deportivos para la mejora del rendimiento motor, pero no ha sido hasta ahora cuando se ha empezado a utilizar la imaginería motora como herramienta en la rehabilitación de lesiones y el tratamiento del dolor (referencia artículo). 

Uno de los puntos a favor de la IM aplicada a la rehabilitación y readaptación de lesiones es la posibilidad de aplicarla cuando debido a la situación actual exista una imposibilidad de realizar ningún movimiento, como ya hemos adelantado, tras una cirugía o cuando exista una importante conducta de evitación (kinesiofobia).

Libro sobre el uso de la imaginería motora y otras herramientas en el tratamiento del dolor para fisioterapeutas

¿Qué tipos de imaginería motora existen?

La IM hace referencia a cualquier representación mental de una acción sin participar en su acción real. Sin embargo, en una revisión muy interesante de Macyntire T y colaboradores (2018) dan pie a hacer un pequeño análisis sobre diferentes perspectivas que se pueden abordar con la IM.  Es importante recalcar que todas estas subdivisiones de la imaginería motora tendrían cabida en el tratamiento del dolor.

Imaginería Visual

Capacidad de generar imágenes pictóricas que son vívidas, detalladas e incluyen información sobre las propiedades de la superficie, por ejemplo, color.

Imaginería Espacial

Representaciones abstractas de las relaciones espaciales entre objetos, partes de objetos, ubicaciones de objetos en el espacio, movimientos de objetos y otras transformaciones espaciales complejas.

Imaginería Kinestésica

Capacidad de generar sensaciones durante la realización de una acción motora (ej. velocidad, peso, presión, temperatura...).

Imaginería Dinámica

Acompañamiento de la acción motora con la imaginación de la misma de forma sincrónica o asincrónica.

Efectos de la imaginería motora

La práctica de IM ha demostrado ser capaz de mejorar muchos aspectos del rendimiento motor, tales como la fuerza muscular, velocidad de movimiento, precisión y variabilidad en la realización de la tarea (referencia artículo).

Es digno de mención que el primer estudio publicado sobre IM aplicado al rendimiento motor, fue una investigación sobre el porcentaje de acierto de los tiros libres en el baloncesto, realizada cuatro décadas antes de la revisión sistemática inicial  de Vandell y colaboradores (1943).

Estos efectos mencionados, están relacionados en su mayoría con la capacidad de reorganización del sistema nervioso, que comúnmente se denomina como “neuroplasticidad”. Dichos cambios incluyen modificaciones funcionales y estructurales que varían a lo largo del proceso de aprendizaje motor, tal y como se explica en el libro de Anne Shumway-Cook (disponible en español).

Más libros remendados en relación a la imaginería motora

Imaginería motora, aprendizaje y dolor.

En los estudios científicos se ha observado que las personas que sufren de dolor persistente presentan déficits en el aprendizaje (referencia artículo),  así como en la función sensoriomotora (referencia artículo).

De forma paralela, durante los procesos de inmovilización comunes tras una lesión, se producen intensos cambios a nivel del sistema nervioso (referencia artículo). Por ello, revertir o disminuir dichos cambios es un objetivo que conseguir tanto en personas que han sufrido de una lesión reciente, como de aquellas que sufren de dolor persistente (sin lesión).

En mi último libro, comparto reflexiones de autores como Apkaria AV, defienden que “parte del valor de supervivencia del dolor reside en su asociación al aprendizaje, y que por tanto su tratamiento debe centrarse en “aprender de nuevo a no tener dolor”.

Disminución del rango de movimiento y persistencia del dolor

Es muy común en clínica que el paciente refiera imposibilidad funcional y/o miedo a realizar determinadas tareas o movimientos, junto con la presencia de dolor. 

A pesar de que no conocemos con plenitud todos los mecanismos relacionados con el dolor y el movimiento, existen modelos teóricos que pueden ayudarnos a comprender mejor cómo ayudar a los pacientes. 

En el modelo de Hodges y colaboradores (2011) se presenta la alteración en el control motor como consecuencia del proceso de dolor. Sin embargo, si existiese una relación causal entre dolor y alteración del movimiento, siempre la modificación de una produciría la modificación de la otra. Pero… esto no siempre se cumple. 

Como alternativa a este modelo, tenemos el  de las neuroetiquetas” (referencia artículo). Este modelo defiende que el dolor y el movimiento son dos respuestas independientes (neuroetiquetas de acción), pero que tienen en común una gran serie de factores influyentes (neuroetiquetas de modulación). Si quieres saber más sobre este modelo, aquí tienes una entrada de mi blog. 

Funcionamiento de la imaginería motora a través de las neuroetiquetas

La IM, así como otras herramientas terapéuticas, provocarían cambios en las neuroetiquetas de modulación. Algunas de las neuroetiquetas de modulación que son comunes entre la respuesta de dolor y de movimiento y que se podrían modificar desde la IM serían:

  • Mejorar la representación cortical de las áreas involucradas en la tarea a ejecutar, así como la efectividad sináptica de las mismas.
  • Disminución de la amenaza visual percibida gracias a la representación propia creada durante la imaginación.
  • Disminución de la amenaza esperada y expectativas de resolución a través de la exposición gradual a la tarea o estímulo determinante.
  • Reducción del catastrofismo generado por las experiencias pasadas de dolor al realizar una determinada actividad o movimiento. 

Dichos cambios influirían sobre el funcionamiento de las neuroetiquetas de acción encargadas del dolor y del movimiento. Si los cambios producidos sobre las neuroetiquetas de acción son lo suficientemente significativos, podría reducirse la intensidad del dolor y aumentar la amplitud de movimiento tras un ejercicio de IM. 

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