La rotura completa del tendón de Aquiles es una lesión grave que afecta a población deportista y no deportista. Dentro de las diferentes opciones de tratamiento, la cirugía ha sido la elección más empleada en los últimos años. Sin embargo, el avance de los estudios presenta resultados contradictorios sobre el manejo conservador (sin cirugía). En esta entrada revisaremos qué ventajas tienen ambas opciones, así como sus desventajas. ¡Empezamos!

Características de la cirugía tras la rotura del tendón de Aquiles

Ya en la década de los 80 (artículo), existían múltiples ensayos clínicos y metanálisis en los que se planteaba cuál era el mejor tratamiento para la rotura completa del tendón de aquiles y desde entonces a la actualidad sigue siendo un tema de estudio y controversia. El tratamiento quirúrgico se divide en dos posibles abordajes: la cirugía abierta y la cirugía mínimamente invasiva, teniendo esta última los mejores resultados en cuanto a menor tasa de complicaciones y re-roturas (artículo). 

Características del manejo conservador tras la rotura del tendón de Aquiles

El tratamiento conservador tiene dos posibilidades según la posición en la que se inmovilice el tobillo. En la primera de ellas, la inmovilización «clásica» se realiza en posición equina durante 8 semanas con yeso y la posterior sobrecarga progresiva.

Por otro lado tenemos la inmovilización «moderna», caracterizada por ser en posición equina durante 2 semanas con órtesis permitiendo la carga y la deambulación, después de este periodo se comienza con la movilización temprana y la sobrecarga progresiva para fomentar las adaptaciones tendinosas. Esta última modalidad de intervención surge en los últimos años para mejorar los resultados de la intervención no quirúrgica, paliando los efectos nocivos de la inmovilización prolongada.

Comparación entre cirugía y tratamiento conservador

En la gran mayoría de revisiones sistemáticas de años atrás se encontraba una superioridad del tratamiento quirúrgico por la tasa de re-rupturas, estando entre un 3 y un 5% en el tratamiento quirúrgico y entre un 9-13% en el tratamiento conservador (artículo),  aunque van a tener una menor tasa de complicaciones (0-13% vs 4-18%) e infecciones (0-1% vs 1-6%). 

En los últimos años, con la inclusión de abordajes tempranos en la rehabilitación de la rotura aguda de tendón de aquiles, esta diferencia podría disminuirse incluso algunos metanálisis ya concluyen que con los abordajes contemporáneos de calidad, no hay una diferencia significativa en el ratio de re-rupturas (artículo), observándose que no existen diferencias a nivel funcional ni a nivel de vuelta al deporte entre los que pasan por quirófano y los que no.

A pesar de ello, todavía quedan muchas incógnitas por resolver y sin duda el contexto del paciente y de la lesión será una de ellas. Necesitamos más estudios que diferencien según poblaciones, por ejemplo, deportistas, personas sedentarias, con IMC elevado, aquellos con diastasis en el tendón o incluso con roturas más proximales. Sin duda, queda mucho por saber y por afinar en el manejo de la rotura del tendón de Aquiles.

Conclusiones y aspectos prácticos

Tanto el tratamiento quirúrgico como el conservador son abordajes efectivos y seguros, si bien es verdad que el ratio de re-rotura podría ser mayor en el grupo no-quirúrgico, mientras que las complicaciones serán mayores en el grupo quirúrgico.

Por otro lado, independientemente del tratamiento escogido, la sobrecarga progresiva temprana debe de ser una máxima para acelerar y asegurar el éxito de la intervención. Teniendo esto en cuenta, para la toma de decisiones después de la rotura de tendón de aquiles, esta información se debe de aportar al paciente sin sesgo ni condicionamiento por parte del profesional, tomando la decisión según su contexto y preferencia.