En esta entrada vamos a hablar sobre flossing,  la evidencia científica que apoya esta herramienta y por qué se ha convertido en una herramienta que utilizo de forma diaria en mis sesiones de rehabilitación y readaptación de lesiones. ¿Estás listo/a? ¡Empezamos!

¿Qué es el flossing?

Si aún no conoces esta herramienta, el flossing es la aplicación de un vendaje elástico recubriendo una determinada zona corporal, normalmente una articulación o un segmento muscular.

Es muy probable que si buscas información sobre el flossing en internet puedas encontrar diferentes términos que hacen referencia a la misma herramienta (tissue flossing, voodoo flossing…). Aunque haya variedad en los términos por los que conocemos al flossing, es muy importante que el profesional que esté interesado en aprender a utilizarlo no lo confunda con el entrenamiento oclusivo o blood flow restricción training.

¿En qué se diferencia el flossing del entrenamiento oclusivo?

Su relación con el entrenamiento oclusivo o entrenamiento con restricción de flujo (blood flow restriction training o BFRT) proviene de los inicios de este tipo de entrenamiento. Cuando empezó a desarrollarse el BFRT, la restricción del flujo sanguíneo se realizaba con bandas elásticas, muy parecidas a las que se utilizan con el flossing. Sin embargo, la utilización del flossing imposibilitaba conocer el grado de compresión que se estaba realizando de forma objetiva.

La necesidad de tener un control y poder progresar en el entrenamiento propició la utilización de manguitos de compresión, manuales (a través de un esfingomanómetro) o automáricos (con un compresor de aire). Si quieres saber más sobre ello, no dudes en visitar esta entrada

Por último, además de la falta de control de la presión con los vendajes a la hora de producir la restricción del flujo sanguíneo, también se dejó de utilizar este material debido a que los efectos adversos que se podían llegar a producir durante su utilización. La seguridad del paciente debe ser el primer requisito al aplicar cualquier herramienta

¿Cuándo se empezó a utilizar el flossing? ¿Cómo funciona?

No fue hasta el año 2013 cuando Kelly Starret y Glen Cordoza incluyeron en su libro al flossing como una herramienta de mejora de la movilidad y disminución del dolor.

Las hipótesis en las que basan estos autores los efectos del flossing eran el “creeping” o cizallamiento fascial provocado por la compresión del vendaje sobre los tejidos, y la mejora del flujo sanguíneo debido a la restricción previo del vendaje.

El cizallamiento fascial tiene como objetivo la mejora del deslizamiento entre planos fasciales para la mejora de la movilidad, y, por ende, del dolor. Si te resulta difícil imaginar este «deslizamiento», imagina una cebolla cortada por la mitad. Cada capa de la cebolla debería ser capaz de deslizarse sobre sus capas vecinas superior e inferior.

Limitaciones en las primeras hipótesis de funcionamiento del flossing

Localización

Existen aplicaciones del flossing, como las de la cadera o el hombro, a las que el vendaje no puede acceder específicamente. Según las hipótesis de cizallamiento fascial, no deberían darse beneficios si no se puede acceder a la articulación. Además, también se han reportado efectos cruzados entre extremidades.









Temporalidad

La hipótesis del cizallamiento fascial defiende la necesidad de romper «adhesiones» para mejorar el deslizamiento entre planos faciales. Sin embargo, si realmente ocurriese, ¿cómo pueden ser la mayoría de los efectos observados en el flossing de carácter transitorio?

¿Cómo mejora el flossing la movilidad articular y disminuye el dolor?

El marco teórico sobre el que nos basamos para la utilización del flossing está de acuerdo con la teoría de las neuroetiquetas (Wallwotk S.B et al, 2016)

Este modelo presenta cualquier respuesta cerebral (dolor, movimiento, creencias…) en la competición y colaboración de las neuroetiquetas. Así por ejemplo, habría una neuroetiqueta para el dolor y otra para la movilidad del tobillo, ambas bajo la influencia (modulación) de otras neuroetiquetas (nocicepción, amenaza visual, experiencias previas…).

La teoría de las neuroetiquetas explicaría porqué pueden sucederse mejoras del dolor y la movilidad de forma conjunta o separada.  Pues todo dependería de la influencia que pueda tener el flossing sobre las neuroetiquetas que modulan dichas respuestas. Si quieres saber más sobre cómo funciona esta teoría del dolor y la movilidad, no olvides leer esta entrada.

En los casos de la articulación de la cadera y la escapulotorácica, ambas articulaciones de imposible acceso directo por el vendaje, se explicarían sus efectos tras la aplicación del flossing en zonas cercanas gracias a los cambios en la representación somatosensorial de dichas áreas, las expectativas del tratamiento (efecto placebo), la disminución de la amenaza percibida en dichas áreas corporales, la puesta en marcha de mecanismos opiodes endógenos por el ejercicio, así como una inhibición descendente provocada por la compresión del propio vendaje.

Situación pre-flossing. El grosor de la línea indica el grado de influencia.
Situación post-flossing. El grosor de la línea indica el grado de influencia.

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Evidencia científica sobre flossing

Partiendo de la base que el flossing como herramienta data de 2013, el número de artículos científicos ha ido aumento a un ritmo muy considerable. Sin embargo, cuando hablamos de evidencia científica el número de artículos no siempre es la variable más importante, pues debe de acompañarse de unas consideraciones metodológicas que den confianza a la conclusiones establecidas. 

Para facilitar a los fisioterapeutas , readaptadores y entrenadores el acceso a los últimos artículos científicos sobre flossing, he decido dejaros un breve resumen de algunos de ellos. Recuerda que si quieres profundizar, tienes disponible mi formación online donde aprenderás todo sobre el flossing. 

Flossing y dolor muscular

Flossing y movilidad articular

Prill y colaboradores (2018) sus efectos agudos en la disminución del dolor muscular post-ejercicio, más comúnmente conocido como “agujetas”. Con una muestra pequeña (15 personas) se realizó un entrenamiento sobre los flexores de codo de forma bilateral, pero solo se aplicó flossing a uno de los brazos de forma aleatoria. 

Se controló el dolor y la fatiga a través de la Escala Visual Analógica (EVA) y la Escala de Borg en tres ocasiones (inmediatamente después de terminar el entrenamiento, a las 24 y 48 horas). Tanto los valores de dolor como de fatiga disminuyeron su percepción en el brazo con flossing. 

Drill y colaboradores llevan a cabo en 2016 un estudio sobre los efectos del flossing en la movilidad de tobillo y el rendimiento del salto unipodal. 52 corredores recreacionales componen la muestra del estudio, sobre los que se aplica de forma unilateral flossing (sirviendo el otro tobillo como grupo control).

La presión del vendaje fue monitorizada a través de un dispositivo de presión colocado bajo el mismo, realizándose una aplicación de 182mmHg (± 38) durante dos minutos. Los resultados mostraron mejoras significativas entre tobillo con y sin flossing, así como en el tiempo (pre-post). Sin embargo, el tamaño del efecto para todas las variables comparadas fue pequeño.

Propuesta práctica del flossing en fisioterapia

El flossing es una de las herramientas principales que utilizo en clínica día a día, siendo realmente útil en la mejora de la movilidad y disminución del dolor. Por ello, no creo que haya mejor manera de terminar esta entrada que con un vídeo sobre la aplicación del flossing en la rehabilitación de una jugadora de baloncesto tras la reconstrucción del ligamento cruzado anterior de la rodilla. ¡Espero que lo disfrutes!