¿Por qué se inmoviliza tras una lesión?
Inmovilizar una determinada articulación o área corporal tras producirse una lesión ha formado parte de los tratamientos médicos a lo largo de la historia de la humanidad. Tanto es así, que durante cientos de años se ha defendido la inmovilización precoz como medio de protección frente a lesiones secundarias que puedan originarse durante la manipulación o el movimiento en el traslado del accidentado.
Si analizamos los contextos históricos en los que se han encontrado restos arqueológicos relacionados con utensilios que se han podido utilizar como medio de inmovilización (ej. vendas, entablillados…), podemos destacar cuatro puntos clave en el uso de la inmovilización como tratamiento:
Falta de sensibilidad y fiabilidad del diagnóstico prehospitalario
Dificultad en el acceso a la atención hospitalaria
Necesidad del manejo rápido de las lesiones agudas
Necesidad de proteger al paciente y la posible zona lesionada
¿Cuándo es necesario inmovilizar tras una lesión?
Muy probablemente, dichas cuatro características sigan vigentes en gran cantidad de situaciones que todos hemos podido vivir (ej. manejo de una lesión en una competición deportiva). Por lo que a priori, la inmovilización puede ser una gran opción terapéutica en el manejo temprano tras una posible lesión.
¿Qué ocurre si se mantiene la inmovilización?
Si tras sufrir una lesión y recibir el tratamiento médico se persiste en el mantenimiento de la inmovilización, todos los profesionales debemos de conocer qué alteraciones se producen en el estado de salud y rendimiento de nuestro paciente. En 1980, se publicó el primer libro hasta la fecha centrado en el impacto negativo que supone la inmovilización sobre los diferentes sistemas corporales (ej. nervioso, muscular, endocrino…).
Tales son las alteraciones que provoca la inmovilización sobre el estado de salud de las personas, que se ha utilizado como medio para conocer los efectos de los ambientes con «micro-gravedad». Los astronautas y sus viajes espaciales son uno de los mayores ejemplos de los efectos graves en la salud debido a la microgravedad.
Para poder estudiar dichos cambios, las agencias espaciales han utilizado la inmovilización en cama como medio de simulación de dichos ambientes, con el objetivo de desarrollar estrategias de recuperación en periodos de inmovilización. Además, como en todo tratamiento, siempre hay riesgos relacionados. En el caso de la inmovilización prolongada son cuatro los riesgos más graves relacionados.
Riesgos relacionados con la inmovilización prolongada
El aumento del riesgo de sufrir un tromboembolismo aumenta durante la inmovilización, por lo que suele prescribirse anticoagulantes. Esta medicación no está exenta de provocar efectos adversos.
Debido a la dificultad que supone la inmovilización sobre el retorno venoso, puede provocarse un incremento del edema que conlleve al aumento excesivo del volumen corporal. Si la inmovilización impuesta es rígida, puede provocar una compresión del compartimento muscular y dañar los tejidos.
La pérdida de masa muscular, junto con la alteración de otros tejidos (ej. densidad ósea, grosor del cartílago…) se deben a la falta de estímulo mecánico durante el proceso de inmovilización.
Si durante la imposición de la inmovilización (ej. yeso) queda expuesta alguna zona de la piel a demasiada presión, se puede provocar una herida que aumente el riesgo de infección, pudiendo poner en serio peligro la vida del paciente.
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